sábado, 26 de febrero de 2011

J.J. Abrams y Fringe: Imagina lo imposible





Detrás de una gran película o una destacada serie de televisión hay siempre una mente extraordinaria. Es el caso de Jeffrey Jacob Abrams, más conocido simplemente como J.J. Abrams, creador, productor, guionista y compositor de la banda sonora de series tan impresionantes como Lost (Perdidos), Fringe y Alias, entre otras.

Lo he dicho, lo digo, y lo diré siempre. Abrams es uno de los mejores creadores de ficción de la historia. Éste neoyorkino de 44 años comenzó su andadura por el mundo cinematográfico con la serie Felicity, pero dio el salto a la fama con Alias, protagonizada por Jennifer Garner.

En ese mismo año, 2001, fundó su propia productora, Bad Robot, con la que ha coproducido, junto con 20th Century Fox y Paramount Pictures, películas como Misión Imposible III, la última entrega de Star Trek, de las que también es director, Nunca juegues con extraños, de la que es guionista, Monstruoso y Morning Glory
.
Lost ha sido uno de sus más exitosos proyectos, pero no voy a escribir ahora sobre ésta mi adorada serie Perdidos, porque ella sola se merece una entrada exclusiva, que espero no tardar en hacerla. Y es que claro, hablar de esta serie requiere tiempo y ganas, pero sobretodo una enorme concentración y un máximo cuidado de las palabras. Aún así, eso será otro día.

Por ello, me gustaría centrarme esta vez en Fringe, serie creada en 2008. Me atrevo a decir que a todo aquel que le haya gustado las trama de nuestros náufragos preferidos, va a sentir una enorme predilección por este Tv show de la cadena norteamericana FOX.

Fringe es una mezcla entre Expediente X y Más allá del límite con un toque científico-policiaco del tipo CSI. Esta asombrosa serie trata básicamente de imaginar lo imposible.

Pongamos en situación. La agente del FBI Olivia Dunham (Anna Torv) forma parte de un grupo especial destinado a investigar sucesos extraños que parecen estar relacionados con la mega-corporación Massive Dynamics. Pero para resolverlos necesita la ayuda de Walter Bishop (Jonh Noble), un científico descrito como un "Frankenstein mezclado con Albert Einstein" que lleva encerrado en una institución psiquiátrica 17 años. La única forma de sacarlo es si su hijo, Peter Bishop (Joshua Jackson conocido por su papel de Pacey en Dawson´s Creek), con el que no tiene relación alguna, lo permite

Los diez primeros capítulos hacen la presentación del monstruo de la semana, y es por esto que entiendo que el principio de esta serie pueda llegar a “cansar”. Pero es que a partir de la segunda mitad de la temporada comienza una trama realmente impresionante ligada al punto más extremo de la ciencia y de la realidad. A demás, los season finale de la temporada 1 y 2, son dignos de alabanza. Es más, me atrevo a decir que son más impactantes que los de Perdidos.

Acabo de terminar de ver el capítulo 15 de la tercera temporada y he vuelto a quedarme con la boca abierta como cada sábado. Me encantaría saber de dónde saca tanta imaginación y creatividad el señor Abrams.

¡Chapó! 






miércoles, 23 de febrero de 2011

Spartacus: Una imitación barata de Gladiator y 300

Spartacus, sangre y arena. Así se llama la nueva apuesta que ha hecho Cuatro por intentar enganchar a la población española los miércoles por la noche. Yo, personalmente, he sido de los que han decidido darle una oportunidad al ya mítico y conocido gladiador rebelde... pero solo he aguantado el primer capítulo.

La serie trata de un hombre honrado, leal servidor de su pueblo, buen marido y mejor persona. Poseedor de un cuerpo perfectamente esculpido, guapo y con unos ojos azules que quitan el hipo a cualquier chica que decida mirarlos. Un Adonis vaya. Solo que no se llama Adonis, se llama Spartacus (Espartaco en castellano). La trama comienza cuando su pueblo, Tracia, decide apoyar al Imperio Romano para acabar con los Getas, solo que al final serán los propios romanos quienes les traicionen. Spartacus, obviamente molesto, se rebelará contra ellos a fin de salvar a su esposa y a su pueblo, pero los romanos, que son más y más fuertes, le capturarán y le convertirán en un gladiador.

El hilo de la historia está bastante visto. Hombre bueno que pierde a su mujer y por venganza acabará con todo lo que se le ponga por delante. Nada nuevo que digamos. ¿Cuáles son los puntos que la serie tiene a su favor? Pues en principio cuenta con unos efectos especiales hechos por ordenador que se las prometían mucho pero que a mí me han parecido más bien decepcionantes...  no así la técnica del slow motion que utilizan de manera bastante acertada. Lo malo es que es una mala copia de 300.

Ahora, eso sí, para todo aquel que quiera ver tetas a mansalva y para aquellas que quieran ver cuerpos de hombres aceitosos esta es su serie, porque por secuencia hay más carne que en una película española. Por no hablar de las secuencias de sexo gratuito que meten para darle un poco más de dinamismo al asunto. Entre batalla y batalla escena de cama tórrida y sexy que te crió. Claro, te ponen esto en el trailer con una música cañera y cuatro efectos medianamente currados y así claro que te tragas el primer capítulo. ¡No saben nada!

Otra cosa que también me ha parecido bastante curiosa es la cantidad de tacos e improperios que los personajes llegan a soltar en cuestión de minutos. No sabía yo que hace mas o menos dos mil años dijesen los mismos palabros que utilizamos hoy en día. Bueno, eso y tampoco entiendo como las mujeres que aparecen en esta serie van todas con las uñas perfectamente pintadas, con el pelo como recién salido de la peluquería, con un maquillaje extraordinario y con un depilado que ni la Satin Ice de Philips vamos. 

Bromas aparte. Spartacus ha resultado ser toda una decepción. Por un lado la historia carece de originalidad y por otro los efectos se han quedado a mitad de camino. Ni siquiera la frase que los gladiadores utilizan para motivarse entre ellos, la sangre y el honor definen al hombre, ha llegado a convencerme. Supongo que será para gustos, y que a mucha gente le habrá gustado, pero yo, la semana que viene, optaré por otra opción que me convenza más.

lunes, 21 de febrero de 2011

"La perfección no se trata solo de control. También se trata de dejarlo de lado."

La historia es muy conocida para todo aquel o aquella que alguna vez haya oído hablar de El Lago de los Cisnes. Una chica joven, delicada, virgen y dulce se enamora locamente de un príncipe. Sin embargo, antes de conseguir la felicidad eterna junto al hombre al que ama, su alter ego, el cisne negro, seduce al mismo príncipe y se lo arrebata a la dulce chica.

La diferencia primordial de esta película es que no es una mera adaptación del ya nombrado ballet, sino una idea creada, elaborada y dirigida por el señor Darren Aronofsky. Un genio. Creador de otros títulos como Requiem por un sueño o la aclamada El luchador que devolvió a Mickey Rourke a la gran pantalla el año pasado, Aronofsky es uno de esos tipos que saben hacer cine. Secuencias rodadas con cámara en mano, miradas inquietantes, psicología por los cuatro costados, una banda sonora espectacular y la interpretación de una maravillosa Natalie Portman han hecho de Cisne Negro una de las mejores películas que yo he visto en toda mi vida.

Lo cierto es que he llegado al cine nervioso, no porque tuviera alguna duda de si lo que iba a ver me iba a gustar o no, no. Eran nervios  de esos que aparecen cuando eres consciente de que vas a vivir un momento único, brillante, inolvidable. Y así ha sido. No he comprado ni palomitas, solo algo de bebida por si me entraba sed. Y ni eso. Me he sentado en la butaca, he apagado el teléfono móvil (porque no quería ni sentir la vibración en la pierna) y he dejado que una buena sesión de cine me hiciese emocionar. Tal vez sea porque soy un amante del séptimo arte, o simplemente porque soy un apasionado de acudir religiosamente a las salas de cine todas las semanas, pero soy de los que cree que no es lo mismo ver un filme en una sala que tumbado en el sofá de casa. Vale, es mucho más barato, pero no es lo mismo.

La película, además, cuenta con una gran banda sonora que hace que a uno se le pongan los pelos de punta. Clint Mansell, compositor y fiel compañero de Aronofsky en todas sus batallas, ha compuesto unos temas para este largometraje que te trasladan a la  ópera rusa de Chaikovsky del siglo XIX. Esta maravillosa composición enlazada con unos planos excelentes que no paran de moverse y unos diálogos sorprendentemente escuetos pero bordados son el resultado de un trabajo muy elaborado.

Por supuesto, también hay que resaltar el fabuloso trabajo de interpretación por parte de los actores y actrices principales. La ya nombrada Portman, a quien espero que le den el Oscar, Vincent Cassel y Mila Kunis. Entre Portman y Kunis podemos observar una relación muy estrecha que en ocasiones roza la sexualidad más que la sensualidad. Son la cara y la cruz, la timidez y la lujuria, el cisne blanco y el cisne negro. Y por otro lado está Cassel, el mentor, el hombre que quiere enseñarle a la dulce y delicada protagonista que en la vida, si uno quiere ser perfecto no debe únicamente tener el control, sino que también debe aprender a perderlo. Todo ello para lograr que Nina (Portman) saque el lado oscuro que lleva dentro y pueda así interpretar mejor al cisne negro que lleva dentro.

La única persona en tu camino eres tú. Es hora de dejarla ir. Piérdete.

Al final, todo se resuelve en quince minutos de climax que, por lo menos a mí, no se me olvidarán nunca. Bravo por lo tanto por Aronofsky, bravo por Mansell y bravo por Natalie Portman. Solo espero que en la próxima gala de los Oscar, que se celebrará el próximo domingo 27 de febrero, la Academia se acuerde esta película en todos los aspectos porque, a pesar de la enorme calidad de las películas de este año, Aronofsky se lo merece mucho más simplemente por haber creado una obra maestra como ha sido Cisne Negro. 

Lo sentí, fue perfecto. Fui perfecta.